Linio Perú

sábado, 31 de agosto de 2013

El éxito según Dios

Vivimos en un mundo donde todos parecen preocuparse por el éxito. La televisión, la Internet, la radio y las revistas nos dan una visión de conjunto de los ganadores —y de los perdedores— del mundo.

Pero, ¿qué significa tener éxito en la vida? Es más, sabiendo cómo ve el mundo a las personas exitosas, y considerando las maneras negativas como se esfuerzan muchos para lograr el éxito personal, ¿es una aspiración correcta el desear tener éxito?

Déjeme responder a esa pregunta desde el principio: Sí. Como seguidores del Señor Jesucristo, no sólo tenemos permitido luchar por lograr el éxito; estamos llamados a hacerlo. Dios está inmensamente interesado en nuestros triunfos, pero, como seres pecadores, a menudo tenemos cierta confusión en cuanto a esto.

Por tanto, debemos empezar por tener claro lo que es una buena y verdadera definición del éxito.

Equipado para la batalla

Para ganar una guerra, hay que reconocer que se está en ella.
Jesús nunca nos dijo que la vida cristiana sería fácil. De hecho, nos advirtió lo contrario. 
En Juan 16.33, Él aseveró solemnemente: “En el mundo tendréis aflicción”. La historia de la iglesia y el testimonio de nuestras vidas muestran que esto es así.
Cada mañana, cuando usted y yo nos despertamos, estamos en una guerra. Muchos creyentes simplemente no toman en serio esta realidad. Sin embargo, cuando hablamos de guerra espiritual debemos recordar que cada día vivimos en medio de una batalla real y personal que debemos enfrentar.
No reconocerlo resulta en una derrota constante y dolorosa. Los cristianos nos sentimos confundidos y desmoralizados, porque no entendemos por qué seguimos fracasando espiritualmente. Justo cuando creemos que hemos vencido algo, esto se yergue de nuevo para derrotarnos.

Tomados desprevenidos

Una de las principales razones por la que los creyentes son derrotados, es porque el enemigo los toma totalmente desprevenidos. Estos creyentes simplemente pasan sus días sin darse cuenta de la guerra que se libra en sus vidas. Al mismo tiempo, cuestionan la Palabra de Dios, diciendo: “Señor, si este Libro es todo lo que dices que es, y si el evangelio es tan poderoso como has prometido, ¿porqué, entonces, no está funcionando en mi vida?”

El problema no es que a la Palabra de Dios le falta poder, sino que muchas veces no reconocemos la intensa batalla espiritual que hay alrededor de nosotros. Estamos en guerra, y es una lucha por nuestras vidas, no nuestra vida física, sino por nuestra vida espiritual. La única manera de sobrevivir a este conflicto es preparándose para la batalla.

¿Dónde está Dios?


Según nuestra humana manera de pensar intentamos localizar a Dios en el espacio. Por eso hallamos en las mitologías paganas de la Antigüedad y en el neopaganismo semejantes localizaciones. Los griegos creían que sus dioses habitaban en el monte Olimpo y los germanos los localizaban en el Walhalla. El astrónomo francés Laplace dijo: «He sondeado todo el universo, pero en ninguna parte he encontrado a Dios». Algo similar comentaron los cosmonautas soviéticos: «Durante mi vuelo no me he encontrado con Dios» (Nikolaev en 1962 a bordo de la nave espacial Vostok III). A la luz de la Biblia, todas esas afirmaciones son completamente erróneas, porque Dios está por encima de las dimensiones. Él, que creó el espacio no puede ser parte del mismo. Más aún, Él penetra cada parte del espacio; él es omnipresente. Esto se lo explicó Pablo a los paganos de Atenas: «Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos» (Hch 17:28).

¿Cómo puedo saber que hay un Dios?




No existe en la tierra ninguna nación o tribu que no crea de alguna forma en un dios, un espíritu o un ser superior. Incluso las tribus más aisladas de la jungla que jamás han tenido contacto con otras culturas y ni mucho menos con el evangelio, creen en un dios. ¿Cómo explicar este hecho? Todos tenemos la facultad de razonamiento que partiendo de las maravillas de la creación visible nos permite deducir que tiene que haber un Creador invisible. 
¿Quién podría creer que un coche, un reloj, o aun un botón o un sencillo clip se hayan hecho solos? Por eso el apóstol Pablo escribe en el Nuevo Testamento: «Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas  por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa» (Ro 1:19-20). La creación, sin embargo, sólo nos habla de la existencia de Dios y podemos deducir su poder y abundancia de ideas, pero no su carácter, (por ejemplo, su amor, vida, misericordia, bondad). Para esto nos es dada la Biblia.

Acciones de la Vida

CITA BÍBLICA:  GÁLATAS 6:1-10; I PEDRO 2:15-17



Para recordar y rescatar valores de Vida...Lo que damos a los que nos rodean regresa a nosotros. Su nombre era Fleming y era un pobre agricultor inglés. Un día, mientras trataba de ganarse la vida para su familia, escuchó a alguien pidiendo ayuda desde un pantano cercano. Inmediatamente soltó sus herramientas y corrió hacia el pantano. Allí, enterrado hasta la cintura en el lodo negro, estaba un niño aterrorizado, gritando y luchando tratando de liberarse del lodo.

El agricultor Fleming salvó al niño de lo que pudo ser una muerte lenta y terrible. El próximo día, un carruaje muy pomposo llegó hasta los predios del agricultor inglés. Un noble inglés, elegantemente vestido, se bajo del vehículo y se presentó a si mismo como el padre del niño que Fleming había salvado.

El sapo

CITA BÍBLICA: I TESAL.5:12-22; JOB 37:24; SAL.138:6


Había una vez una rosa roja muy bella, se sentía de maravilla al saber que era la rosa más bella del jardín. Sin embargo, se daba cuenta de que la gente la veía de lejos.

Se dio cuenta de que al lado de ella siempre había un sapo grande y oscuro, y que era por eso que nadie se acercaba a verla de cerca.

Indignada ante lo descubierto le ordenó al sapo que se fuera de inmediato; el sapo muy obediente dijo: "Esta bien, si así lo quiere".

Los tres ancianos

CITA BÍBLICA:  I PEDRO 4:1-11 


Una mujer salio de su casa y vio a tres ancianos con largas barbas blancas sentados al frente de su casa. No los reconoció. Dijo: "Creo que no los conozco, pero deben estar con hambre? por favor, entren y tengan algo de comer".

¿Está el hombre de la casa dentro? Preguntaron. "No", Digo ella: "él está afuera". Entonces no podemos entrar, replicaron.

Al anochecer, cuando su esposo llegó a casa, le contó lo que había ocurrido. "Ve a decirles que estoy en casa he invítalos a entrar". La mujer salió he invitó a los hombres a entrar.

"Nosotros no entramos a casa juntos", replicaron, ¿Por qué? quería saber ella. Uno de los ancianos explicó: Su nombre es "Abundancia" dijo señalando a uno de sus amigos, y luego dijo señalando a otro, "él es Éxito y yo soy Amor". Luego agregó, "Ahora entra a tu casa u conversa con tu esposo sobre a cuál de nosotros quieren en su casa".